Nada mejor para entrar en calor que un carajillo. Una bebida sencilla de hacer cuyo origen se remonta, según cuentan, a la época de cuando Cuba era española, donde los soldados añadían un poco de ron al café para llenarse de «coraje», de ahí su nombre corajillo-carajillo.

La otra versión, más «castiza», es la mezcla de café con orujo, muy habitual también para después de la comida. En los últimos tiempos algunas de las ciudades más grandes de nuestra geografía han querido darle un toque más «chic» y convertirlo en un cocktail, mezclándolo con un brandy de reserva, unos granos de café, un poco de piel de limón para decorar, una ramita de canela en rama y flambeándolo.

Versiones para todos los gustos. Se trata en definitiva de mezclar un buen café con unas gotas de orujo, brandy o ron. Elige tu versión y disfruta de un buen café, siempre mejor si es con una buena compañía.